Poesía vegetal para camaleones superfluos y engreídos.
Se para el lagarto
frente a la presa,
observándola,
musitando su muerte.
Se para el lagarto,
en su cabeza una ola,
inevitable alimento sin suerte
es el mosquito atrapado:
El lagarto,
hambriento toda la tarde,
mora en un verde tallo,
atento al vuelo del mosquito
que distraído un instante,
no se da cuenta
de su fatal destino.
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