Este segundo es un abismo,
este áspero despertar sin horizontes de futuro,
arde y se volatiliza.
Y acabamos, al siguiente, recordando.
Qué triste manjar de tiempo
y de argucias para detenerlo.
Ahora los cuadros, las rayas,
el alisado,
ahora las puertas, las ventanas,
el adosado,
la envidia de los noventa,
el salvaje oeste,
la dolce vita no la verán los parados,
el hambre,
cada segundo tuyo, destripado,
ardiente,
sangre efervescente,
lluvia
que
no moja.
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