PEREZA
La verdad es que no me
provoca ninguna sensación
nueva el hecho de que
Marcelino Camacho esté
ahí, perenne, con el puño
en alto, clavado a la
pared.
No me sorprende la
dejadez de los rayos de
luz al entrar a esta
estancia.
No lo consigue la ventana,
con su monotonía,
ni el polvo de la estantería,
tampoco lo demás.
Un ventilador de sucias aspas
remueve pereza acumulada.
los años pasan como cuchillos sobre tu garganta, primavera-verano 2012
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