jueves, 25 de abril de 2013


MAÑANA

El original arrullo de los claxons me desconcierta.

Hay veces que salen del alma del conductor diciendo:

quiero vivir mucho más deprisa, quiero sentir el relente
de todas las mañanas corriendo, buceando en el humo
de mi propia muerte.

Pero la mayoría son despistados, torpes y zafios,
como un anciano criado por la santa madre iglesia
en el desencanto del espíritu terrenal,
ora, pro nihil.

Mutilan poco a poco el silencio matutino
de los pájaros olvidados que viven en los canalones. 

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