MAÑANA
El
original arrullo de los claxons me desconcierta.
Hay
veces que salen del alma del conductor diciendo:
quiero
vivir mucho más deprisa, quiero sentir el relente
de
todas las mañanas corriendo, buceando en el humo
de mi
propia muerte.
Pero la
mayoría son despistados, torpes y zafios,
como un
anciano criado por la santa madre iglesia
en el
desencanto del espíritu terrenal,
ora,
pro nihil.
Mutilan
poco a poco el silencio matutino
de los
pájaros olvidados que viven en los canalones.
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